miércoles, 5 de abril de 2023

Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos

 








El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Washington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.

 

El Gran Jefe Blanco de Washington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.

 

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña. Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿Cómo es posible que usted se proponga comprarlos?

 

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo.

 

La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.

 

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

 

Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos.

Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.

 

Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.

 

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa. La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.

 

Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo.

No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Más tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.

 

¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago? Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.

 

El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.

 

Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar.

 

Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.

 

¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.

 

Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.

 

Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo. Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.

 

Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos.

 

De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.

 

Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.

 

La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.

 

Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.

 

Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

 

¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.

¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.

La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

 

Luego de la Lectura y Análisis

Responder y Explicar sus Respuestas

 

1. ¿Qué piensas de lo afirmado por el jefe indio Seattle en su carta?

 

2. ¿Se repite la historia aquí en nuestro país, cuando los indígenas son despojados de sus tierras?

 

3. Supongamos que eres el presidente Franklin Pierce, y que recibes la carta del gran jefe indio, ¿Qué habrías hecho ante los planteamientos serios y los cuestionamientos a un incipiente modelo de desarrollo que no respeta la cultura ni las costumbres, sino que se impone a la fuerza, con tal de lograr el objetivo civilizado de progreso?

 

4. ¿No crees que, por las intenciones de un sistema dominante, que busca su expansión territorial a toda costa y a cualquier costo, la actitud del jefe Seattle fue acorde a la lógica y actúo con mesura y conocimiento de causa?

 

5. ¿Quién es más salvaje, quién destruye por conveniencia económica o quien se opone a ello de manera mesurada al sistema depredador?

 

Este texto fue escrito por el periodista D. Smith, de acuerdo a lo que le planteaba el gran Jefe Seattle, que hablaba en dialecto Suquamish.


martes, 28 de marzo de 2023

La acalorada crítica del profesor Josef Kraus al sistema educativo actual

La acalorada crítica del profesor Josef Kraus al sistema educativo actual: «¡Abajo con la pedagogía peluche!»

Lo que están consiguiendo los sistemas educativos actuales en los que se trata al niño entre algodones


ROSALÍA SÁNCHEZ

Niños blandengues y adultos incapaces. Eso es, según Josef Kraus, lo que están consiguiendo los sistemas educativos actuales, en los que se trata al niño entre algodones, se evita a toda costa su frustración y se le mantiene en el limbo de una igualdad que no se corresponde con la realidad. 

Y algo debe saber del asunto porque es el presidente de la Federación Alemana de Profesores .

Publica un libro en el que arremete contra lo que denomina la «pedagogía peluche» y en el que defiende que

«cuantas menos dificultades encuentren los chicos en la escuela peor preparados estarán para afrontar las dificultades que encontrará en la vida». La presentación ya ha abierto un reñido debate en Alemania y ha apuntado un dedo acusador hacia los padres, en opinión de Kraus más preocupados en proteger a sus hijos y verse reflejados en sus éxitos que en enseñarles a vivir.

Su discurso a favor de una educación más espartana que sirva para fortalecer y hacer más resistente al individuo comienza con un análisis detallado de las consecuencias que están teniendo en varias generaciones los sistemas educativos nacidos del espíritu del 68, que tratan de exiliar de las escuelas la presión y el estrés . «Una escuela sin estrés y sin presión no es una buena preparación para la vida», defiende.

Critica una práctica muy extendida en muchos de los Bundesländer alemanes, que consiste en no valorar el rendimiento de los niños con una nota numérica, sino con un texto explicativo sobre sus avances y retos pendientes «que a menudo ni los padres entienden y que entran en una serie de detalles que acaban siendo más dolorosos que un aséptico suspenso».

Se revuelve contra los padres que «embellecen» las tareas de sus hijos , recordando que «las tareas para casa son un elemento fundamental del aprendizaje de la independencia y la responsabilidad».

Insiste en que el hecho de que una gran mayoría de los estudiantes se oriente a la universidad es desaconsejable y solo sirve para que el nivel descienda, en perjuicio de la excelencia académica.

«En Alemania hay 330 tipos de formación profesional y más de 17.000 estudios universitarios, eso conduce a una sociedad sobre-academizada e inoperante», asegura, «si todos tienen la selectividad, es como si ninguno tuviese la Selectividad». Y como buen profesor, pone tareas, especialmente a los padres.

«Los padres tienen que rebelarse contra este sistema, escenificar su protesta, olvidan que suponen un colectivo electoral al que los partidos tienen que hacer caso necesariamente. Son ellos los que deben tomar la iniciativa de la educación de sus hijos», arenga.

Muy concretamente aconseja a los padres «desconfiar de coloristas programas lectivos que nunca se cumplen» y asegurarse de que sus hijos tienen que aprender memorizando muchos datos. «Los niños tienen que aprender hechos, todo lo que no sepan, se verán obligados a creerlo», señala.

«Sobre todo es necesario que en los colegios se vuelva a leer», exige, «y me refiero a libros enteros, no a una página suelta de un libro sobre la que luego se plantean tareas de comprensión lectora… aunque solo sea por motivos pragmáticos… está comprobado que las personas que leen regularmente libros obtienen unos ingresos un 21% más altos que la media…». Y en este punto hace un paréntesis para explicar que los padres no deben obligar a los niños a leer, sino sencillamente darles ejemplo: «Sentarse a leer todas las tardes en el salón de la casa, en lugar de andar enganchados constantemente a los aparatos electrónicos que desaconsejan a sus hijos».

Kraus anima a los padres a «tener el valor de mostrar autoridad y a tomar las decisiones», contra la tendencia actual de dejar que los chicos elijan lo que aprenden y cómo lo aprenden: «Los niños necesitan a sus padres como agentes de decisión, como una autoridad positiva y como auténticos ejemplos» , escribe, alentando a plantar resistencia a cualquier pedagogía complaciente con los niños porque «cuando no son contestados y no encuentran límites, se sienten perdidos y ni siquiera conocen lo que son capaces de hacer».

Algunas de sus recomendaciones a los padres parecen sencillas, pero para nada fáciles de aplicar hoy en día, como la que tanto repite: «háganles esperar, den largas a sus deseos, porque conseguir sus caprichos en el momento les evita prepararse para la derrota y formar su autodisciplina».

Y denuncia, en un ejercicio de autocrítica corporativa, que tras muchas de las líneas blandas del sistema educativo lo que hay son profesores poco comprometidos que optan por la vía más cómoda. Se queja por ejemplo, de que se haya abandonado la práctica de «nachsitzen», que es como se dice en alemán a quedarse en el colegio después del horario lectivo para repetir una clase por no haber estado atento en su momento.

En este exhaustivo repaso, la peor parte se la llevan seguramente los teléfonos móviles y dispositivos electrónicos que los niños llevan en el bolsillo para estar permanentemente localizados, que aumentan la tranquilidad de los padres pero que reducen su campo de libre movimiento y que, sobre todo, evitan que se aburran.

Kraus está convencido de que «los chicos necesitan aburrirse» y nos hace una seria advertencia: «El multitasking enferma».

 

https://www.abc.es/sociedad/abci-acalorada-critica-profesor-josef-kraus-sistema-educativo-actual-abajo-pedagogia-peluche-201703142146_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F