Byung-Chul Han
Filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios
culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín.
Escribe en idioma alemán y está considerado como uno de los filósofos más destacados del pensamiento
contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del
trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.
En una entrevista en el
semanario Die Zeit contó que, aunque crítico con la tecnología, esta le
interesa especialmente, y que cuando era niño jugaba siempre con radios y
aparatos eléctricos, pero al final se decantó por estudiar metalurgia en la
Universidad de Corea. Abandonó la carrera tras provocar una explosión en su
casa mientras trabajaba con productos químicos. Llegó a Alemania con 26 años
sin saber alemán ni haber leído casi nada de filosofía. En otra entrevista explicó:
Al final de
mis estudios [de metalurgia] me sentí como un idiota. Yo, en realidad, quería
estudiar algo literario, pero en Corea ni podía cambiar de estudios ni mi
familia me lo hubiera permitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a
mis padres y me instalé en Alemania pese a que apenas podía expresarme en
alemán. [...] Yo quería estudiar literatura alemana. De filosofía no sabía
nada. Supe quiénes eran Husserl y Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que
soy un romántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiado despacio,
de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la
velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día.
Estudió
filosofía en la U. de Friburgo y literatura alemana y teología en la U. de
Múnich. En 1994 se doctoró en Friburgo con una disertación sobre Martin
Heidegger. En 2000, se incorporó al Depto. de Filosofía de la U. de Basilea,
donde completó su habilitación.
En
2010 se convirtió en miembro de la facultad Staatliche Hochschule für
Gestaltung Karlsruhe, donde sus áreas de interés fueron la filosofía de los
siglos XVIII, XIX y XX, la ética, la filosofía social, la fenomenología, la
antropología cultural, la estética, la religión, la teoría de los medios, y la
filosofía intercultural. Desde 2012, es profesor de estudios de filosofía y
estudios culturales en la U. de las Artes de Berlín (UdK), donde dirige el
Studium Generale, o programa de estudios generales, de reciente creación.
Han
es autor de dieciséis libros, de los cuales los más recientes son tratados
acerca de lo que él denomina la «sociedad del cansancio»
(Müdigkeitsgesellschaft), y la «sociedad de la transparencia»
(Transparenzgesellschaft), y sobre su concepto de shanzhai, neologismo que
busca identificar los modos de la deconstrucción en las prácticas
contemporáneas del capitalismo chino.
El
trabajo actual de Han se centra en la «transparencia» como norma cultural
creada por las fuerzas del mercado neoliberal, que él entiende como el
insaciable impulso hacia la divulgación voluntaria de todo tipo de información
que raya en lo pornográfico.
Según
Han, los dictados de la transparencia imponen un sistema totalitario de
apertura a expensas de otros valores sociales como la vergüenza, el secreto y
la confidencialidad.
Hasta
hace poco, Han se negaba a dar entrevistas de radio y televisión y raramente
divulga en público sus detalles biográficos o personales, incluyendo su fecha
de nacimiento. Para rebelarse ante el capitalismo digital ha desarrollado una
fórmula propia de resistencia política: no tiene smartphone, no hace turismo,
solo escucha música analógica, no trata a su alumnado como clientes y dedica
tiempo a cultivar su jardín, etc.
La sociedad del
cansancio
En su
obra La sociedad del cansancio (original en alemán: Müdigkeitsgesellschaft), Ha
caracterizado a la sociedad actual como un paisaje patológico de trastornos
neuronales, tales como depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
trastorno límite de la personalidad y agotamiento (burnout). Afirma que no se
trata de «infecciones» sino de «infartos», que no son causados por un fenómeno
negativo de inmunología en las personas sino por un «exceso de positividad».
La agonía del Eros
La
agonía del Eros (título original: Agonie des Eros) desarrolla el pensamiento
del autor ya plasmado en el libro que se acaba de citar y en La sociedad de la
transparencia (en alemán: Transparenzgesellschaft), dirigiendo también la
atención a temas como las relaciones humanas, el deseo y el amor. Basándose en
un análisis esclarecedor de los personajes de la película Melancholia, de Lars
von Trier, en la que Han ve depresión y superación, desarrolla en su forma
discursiva habitual la imagen de una sociedad cada vez más dominada por el
narcisismo y la autorreferencia.
Este
diagnóstico de Han se extiende incluso hasta lo que él denomina «pérdida del
deseo», la desaparición de la capacidad para dedicarse al «otro», al extraño,
al no-yo. Giramos alrededor de nosotros mismos, nos restringimos en nuestra
mismidad, incapaces de construir relaciones con los demás. Incluso el amor y la
sexualidad se impregnan de este cambio: socialmente, el sexo, la pornografía y
el exhibicionismo están desplazando al amor, al erotismo y al deseo en el ojo
público. La abundancia de positividad y autorreferencia conducen a una pérdida
de interacción. El pensamiento, según Han, se basa en la «no oposición», en el
deseo de algo que uno no entiende todavía. Se conecta en alto grado al Eros,
por lo que La agonía del Eros (título de su obra) es también una «agonía del
pensamiento». No todo debe ser comprendido y debe «gustar», no todo debe estar
disponible.
Topología de la
violencia
En
Topología de la violencia (título original:Topologie der Gewalt) el autor
continúa su análisis alarmante de una sociedad al borde del colapso que comenzó
con La sociedad del cansancio. Se centra en la relación entre la violencia y la
individualidad, demostrando que, pese a la tesis generalizada de su
desaparición, la violencia solo ha cambiado su forma de mostrarse y opera de
maneras más sutiles. La violencia en forma de guerra da paso a otra, anónima,
«de-subjetivada» y sistémica, que no se revela ya que se fusiona con su
antagonista, la libertad.
A través
de Freud, Benjamin, Schmitt, Sennett,
Girard, Agamben, Serres, Foucault, Deleuze/Guattari, Bourdieu y Heidegger, Han
adopta su propio concepto de la violencia, que define funcionando en la
individualidad libre. Impulsados por la única exigencia de perseverar y no
fallar, así como por la ambición de la eficiencia, nos convertimos en
renunciadores y sacrificadores al mismo tiempo, entrando en un remolino de
limitación, autoexplotación y colapso. Este lúcido estudio de Han de la
violencia ofrece muchas ideas poco ortodoxas y no teme criticar el sentido
común sobre la concepción moderna de la sociedad en libertad, la individualidad
y la realización personal, sacando a la luz el lado sombrío del asunto.
En un
artículo sobre este autor del diario El País se recogen algunas de sus
afirmaciones:
No hay, sin
embargo, que confundir la seducción con la compra. «Creo que no solo
Grecia, también España, se encuentran en un estado de shock tras la crisis
financiera. En Corea ocurrió lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen
neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el
diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o
crédito a cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de
shock, se produce una neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada
por la flexibilización laboral, la competencia descarnada, la
desregularización, los despidos». Todo queda sometido al criterio de una
supuesta eficiencia, al rendimiento. Y, al final, explica, «estamos todos
agotados y deprimidos. Ahora la sociedad del cansancio de Corea del Sur se
encuentra en un estadio final mortal». En realidad, el conjunto de la vida
social se convierte en mercancía, en espectáculo. La existencia de cualquier
cosa depende de que sea previamente "expuesta", de "su valor de
exposición" en el mercado. Y con ello «la sociedad expuesta se convierte
también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo convierte a todo en
mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es entregado desnudo, sin
secreto, para ser devorado de inmediato, como decía Baudrillard». Y lo más
grave: «La pornografía aniquila al eros y al propio sexo». La transparencia
exigida a todo es enemiga directa del placer que exige un cierto ocultamiento,
al menos un tenue velo. La mercantilización es un proceso inherente al
capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su valor de exposición
como mercancía. [1]
En
relación con el estado de malestar permanente del hombre moderno:
"La forma de curar esa depresión es dejar atrás el
narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia",
sostiene. «Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero
no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos». Para precisar lo que
sugiere recurre a Jean Baudrillard: el enemigo exterior adoptó primero la forma
de lobo, luego fue una rata, se convirtió más tarde en un escarabajo y acabó
siendo un virus. Hoy, sin embargo, «la violencia, que es inmanente al sistema
neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde
dentro y provoca depresión o cáncer». La interiorización del mal es
consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no
necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre
moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito.
Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. "La
decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que
solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no
dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como
si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación
de competencia".[2]
La
sociedad de trabajo y rendimiento
Han critica la
generalización de presiones sobre el individuo, al que se le exige y él se
autoexige una actividad constante, una obligación que acaba por sumirlo en la
depresión. La sociedad que acoge al ser humano deja entonces de existir y se
convierte en una sociedad de la obligación. La siguiente cita de su obra Psicopolítica:
neoliberalismo y nuevas técnicas de poder ejemplifica muy bien su pensamiento:
“Quien
fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo
responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al
sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. (…)
En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí
mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino
en depresivo.” [3]
En su obra La
sociedad del cansancio, señala el autor:
“La sociedad de trabajo y
rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La
dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la
que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una
sociedad del trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del
trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de
trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es
prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Así, uno se explota a sí mismo,
haciendo posible la explotación sin dominio. (Herder, 2012, pág. 48)
En
relación con este tema, en su artículo "¿Por qué hoy no es posible la
revolución?", escribió:
“No es posible explicar el neoliberalismo de un modo marxista. En
el neoliberalismo no tiene lugar ni siquiera la "enajenación"
respecto del trabajo. Hoy nos volcamos con euforia en el trabajo hasta el
síndrome de Burnout [fatiga crónica, ineficacia]. El primer nivel del síndrome
es la euforia. Síndrome de Burnout y revolución se excluyen mutuamente. Así, es
un error pensar que la multitud derroca al empire parasitario e instaura la
sociedad comunista. [...] ¿Y qué pasa hoy con el comunismo? Constantemente se
evocan el sharing (compartir) y la comunidad. La economía del sharing ha de
suceder a la economía de la propiedad y la posesión. Sharing is caring,
(compartir es cuidar), dice la máxima de la empresa Circler en la nueva novela
de Dave Eggers, The Circle. [...] También en la economía basada en la
colaboración predomina la dura lógica del capitalismo. De forma paradójica, en
este bello "compartir" nadie da nada voluntariamente. El capitalismo
llega a su plenitud en el momento en que el comunismo se vende como mercancía.
El comunismo como mercancía: esto es el fin de la revolución”. (Han,
Byung-Chul, El País. octubre de 2014).
El aroma del tiempo:
Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse
En
esta obra Byung reflexiona sobre la crisis temporal contemporánea. Plantea la
atomización del tiempo como la problemática posmoderna, ya no nos enfrentamos a
la aceleración del tiempo, sino a la fragmentación del mismo, a la que el autor
nombra disincronía: cada momento es idéntico, monótono; no existe sentido y/o significado.
El tiempo huye debido a que nada concluye, todo es efímero y fugaz. Ni siquiera
la muerte concluye, simplemente se concibe como un instante más. Así, invalida
la visión de Nietzsche y Heidegger de la muerte como consumación de una unidad
con sentido.
Sin
embargo, también propone que la posibilidad de recuperación de esta disincronía
da lugar a la posibilidad de una vida carente de teología y teleología, que aun
así mantiene su propio «aroma». La crisis sobre el tiempo en la posmodernidad
no tiene porqué traer consigo un vacío temporal, pero para ello se necesita un
cambio, es decir que la vida activa acoja nuevamente a la vida contemplativa. (El aroma del tiempo).
En el enjambre
En
esta obra, Byung analiza la forma en la que la revolución digital, internet y
las redes sociales han transformado la esencia misma de la sociedad. Se ha
formado una nueva masa: «el enjambre digital»: una masa de
individuos aislados, sin alma, sin acción colectiva, sin sentido y sin
expresión. La hipercomunicación digital destruye el silencio y únicamente
percibe ruido carente de coherencia, aturdidor. Bajo este contexto se impide el
cuestionamiento al orden establecido, tomando así el sistema rasgos de
totalitarismo de forma poco visible. (‘En el
enjambre’).
Sobre el poder
En
esta obra, Han enfrenta el caos teórico que existe en torno al concepto de
poder buscando
una «forma fundamental» que permita comprender sus diversas manifestaciones. Diferencia el poder coactivo -inestable
y de baja intermediación respecto al otro sometido- y el poder que opera desde
la libertad del otro -mucho más estable y de alta intermediación. Sin embargo,
en ambos casos reconoce una forma única de poder que se caracteriza por el
intento de continuarse a sí-mismo en el otro.
El
rasgo fundamental del poder es «ir más allá de sí». Pero yendo más allá de sí,
el sujeto del poder no se abandona ni se pierde. Ir más allá de sí -y este es
el modo en que marcha del poder- es al mismo tiempo ir consigo. (Sobre el poder, pág. 56).
Finalizando
esta obra concluye que la única intermediación con el otro radicalmente
diferente al poder está dada por la amabilidad. La amabilidad tiene la
capacidad de una "etización del poder" en cuanto permite que el sí
mismo no tenga necesidad de recuperarse a sí mismo en lo otro: (...) la
etización del poder exige que el lugar trascienda su tendencia ipsocéntrica,
que brinde espacios no solo a lo uno, sino también a lo múltiple y a lo
marginal, que conceda estancias, que se vea conmovido por una amabilidad
original que detenga esta tendencia, esta voluntad de sí mismo (…) De la
amabilidad emana un movimiento distinto que del poder. Al poder en cuanto tal
le falta la apertura para la alteridad. (Sobre el
poder, pág. 106).
Temas
Han
ha escrito, entre otros temas, sobre depresión nerviosa, trastorno por déficit
de atención con hiperactividad, trastorno límite de la personalidad, burnout,
Internet, amor, cultura pop, poder, racionalidad, religión, medios de
comunicación de masas, subjetividad, cansancio, astenia, transparencia desde el
punto de vista social y de la conducta, y sobre violencia.
Dataísmo
En
2014 Byung manifestó en su libro Psicopolítica al respecto del dataísmo:
El
Big Data debe liberar el conocimiento del arbitrio subjetivo. Así pues, la
intuición no representa una forma superior del conocimiento. Se trata de algo
meramente subjetivo, de un auxilio necesario que suple la falta de datos
objetivos. En una situación compleja, siguiendo esta argumentación, la
intuición es ciega. Incluso la teoría cae bajo la sospecha de ser una
ideología. Cuando hay suficientes datos, la teoría sobra. La segunda
Ilustración es el tiempo del saber puramente movido por datos. [...] El
dataísmo se muestra como un dadaísmo digital. También el dadaísmo renuncia a un
entramado de sentido. Se vacía a la lengua totalmente de su sentido:
«Los
sucesos de la vida no tienen ni comienzo ni fin. Todo transcurre de manera
idiota. Por eso todo es igual. La simplicidad se llama dadá». El dataísmo es
nihilismo. Renuncia totalmente al sentido. Los datos y los números no son
narrativos, sino aditivos. El sentido, por el contrario, radica en una
narración. Los datos colman el vacío de sentido. [...] En general, el dataísmo
adquiere rasgos libidinosos, incluso pornográficos. Los dataístas copulan con
datos. Así, se habla de «datasexuales». Son «inexorablemente digitales» y
encuentran los datos «sexys». El dígito se aproxima al falo. (Psicopolítica, 2014).
Tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Byung-Chul_Han
[1]
Arroyo, Francesc, 22 de marzo de 2014). «Aviso de derrumbe». diario El País.
[2] Arroyo, Francesc, 22 de marzo de 2014). «Aviso de
derrumbe». diario El País.
[3] Byung-Chul, Han (2014).
«Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder». Herder. Consultado
el 26 de febrero de 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario